Una pelota que alivia el dolor de parto
DIFUNDIMOS ESTE ESTUDIO DE NUESTRAS COMPAÑERAS DE GIJÓN. SALUDOS Y ENHORABUENA: Varias matronas del Hospital de Cabueñes invirtieron hace algunos años su propio dinero en comprar tres balones gigantes para ofrecérselos a las mujeres que estaban de parto. Querían proponer a las embarazadas del área V una alternativa muy barata y poco tecnológica para pasar con un poco menos de apuro y malestar los momentos previos al nacimiento de sus hijos. 18/05/2009
Recurrían, para ello, a lo que se llama una pelota suiza -también conocido por «fit ball» y de venta en cualquier establecimiento deportivo del mundo-, inicialmente usada en el campo de la rehabilitación y el ejercicio físico, que se ha ido introduciendo poco a poco en el campo de la obstetricia. La comunidad virtual «comadronas.org» explica, por ejemplo, que la pelota suiza «puede ser de ayuda en los trabajos de estabilidad, para disminuir el dolor pélvico en los últimos meses del embarazo, para relajar los músculos extensores de la espalda, como asiento -para muchas mujeres embarazadas es más cómodo que una silla- y para trabajar la movilidad de la pelvis. Durante el parto también puede servir como apoyo en el trabajo y para conseguir una cierta disminución del dolor durante las contracciones, al realizar oscilaciones de la pelvis sentada en ella».
Con más o menos éxito, y más o menos fe, las pelotas han estado rodando por el servicio de partos de Cabueñes hasta que el pasado año se convirtieron en objeto de estudio. El que promovieron tres matronas residentes a punto de acabar la especialidad. Sofía Méndez (natural de Tapia de Casariego), Javier González (de Astorga) y Helena Casquero (salmantina) hicieron de esos balones el centro de su investigación.
«En las rotaciones que hacíamos por el servicio de partos vimos que las pelotas se usaban por parte de algunas matronas, pero no había, o al menos no lo encontramos, ningún estudio que midiera si de verdad valían para aliviar el dolor durante la fase de dilatación», explican el comadrón Javier González y la matrona Sofía Méndez. En marzo del pasado año comenzaron una investigación que concluyó en octubre y que se pudo llevar a la práctica con 82 parturientas. Un número mucho menor del total de gestantes que pasaron por el servicio en ese tiempo, pero es que tenían que ser mujeres que estuvieran en la primera fase del parto, la de dilatación, con suficiente sensación de dolor para que pudiera ser interesante la medición, y antes de que pidiesen la epidural.
La investigación consistió en medir, mediante una escala validada, el dolor que sentían cuando estaban echadas en la cama y el que tenían después de llevar 15 minutos sentadas en la pelota. Ni siquiera se les explicaban los posibles beneficios del balón, temiendo que «si les hablábamos de ellos a lo mejor el efecto psicológico les podía llevar a un efecto placebo», cuenta Sofía Méndez.
El resultado fue muy similar en todas las mujeres: de media ratificaron una reducción del dolor del 15% cuando estaban sentadas en la pelota. En una escala del 1 al 10, el dolor que sentían cuando estaban en la fase de dilatación y se encontraban echadas en la cama era del 7,3; cuando se sentaban en el balón gigante se reducía a 5,8. Otro resultado significativo vino a demostrar que las mujeres que mayor beneficio tienen con la pelota son aquellas cuyo inicio del parto es espontáneo, «son las que de verdad están con un parto natural y no están con gotero», explicó Javier González. En ellas el dolor disminuía hasta un 30%. «Ese grupo fue el que indicaba un mayor alivio del sufrimiento», explican los autores del estudio.
El trabajo incluyó también registrar algunas variables que podían, a priori, hacer pensar en diferentes sensaciones de dolor. Por ejemplo: si sufre más la mujer española o la no española; la que trabaja o la que no; la que tiene estudios universitarios; la que está sola, o la que está acompañada; la madre primeriza; la que no fue a preparación al parto; la que conocía la pelota; la que la había usado, o la que no... «Con respecto a esas variables confusoras, no se encontró ninguna diferencia estadísticamente significativa que pudiera alterar el efecto de la pelota suiza sobre el dolor, salvo en el caso de las parturientas no acompañadas», dicen los tres investigadores en su proyecto. En ese grupo fue donde encontraron las diferencias más altas de percepción del dolor, con bastante diferencia respecto al resto de mujeres. «Fueron sólo tres mujeres, que ciertamente reflejaban cifras altísimas de dolor, pero consideramos que no se podía extraer una verdadera conclusión con una muestra de tres», explica Sofía. Pese a ello, Javier González recuerda que sobre el efecto del acompañamiento en el parto hay suficientes estudios que verifican «que el apoyo continuo a la mujer alivia el dolor».
Con respecto a sus conclusiones, esas tampoco dejan lugar a dudas: «La pelota suiza supone una buena alternativa para el alivio del dolor durante el trabajo de parto, teniendo en cuenta que no existen efectos perjudiciales para la madre, el feto o la evolución del parto derivado de su uso. Permite, además, una mayor libertad de movimientos, fomenta la verticalidad y su precio es muy bajo», razonaron. Su estudio -que ha sido fruto de la inestimable colaboración de matronas y auxiliares del servicio de partos, a las que están sumamente agradecidos- tiene una primera repercusión: en Cabueñes ya se usa mucho más la pelota, porque se ofrece más. «Lástima que de las tres que había, una haya pinchado», cuentan las matronas.