El Hospital de Poniente atiende el primer parto en el agua de la provincia de Almería
El centro ofrece a las parturientas la oportunidad de dar a luz en sillas especiales, cama o bañera de agua, una técnica que se ha empezado a utilizar con éxito
José Luis llegó al mundo el pasado 5 de junio en el Hospital de Poniente. Su parto no fue uno más de los casi 2.600 que se atienden al año en este centro del municipio de El Ejido. Su madre, Jennifer Tapia Sánchez, fue la primera de la provincia de Almería en dar a luz en el agua. Lo hizo en un bañera habilitada para ello en centro hospitalario y que se puso en funcionamiento el pasado 13 de mayo.
Para esta joven madre de 23 años, natural del municipio de Adra, la experiencia valió la pena. Asegura que pasó menos dolores que con su primer parto y hasta bromeó con el personal por ser la primera parturienta en estrenar las instalaciones de la sala 3.
Jennifer llegó al Hospital de Poniente con el proceso de dilatación bastante avanzado. Ya llevaba 'ganados' cinco de los diez centímetros necesarios para verle la cara por primera vez a su segundo hijo. Al llegar al centro fue atendida por un grupo de profesionales entre los que estaba la matrona Maite Rivas.
Como la abderitana quería un parto de baja intervención «y tenía claro que no quería ponerse la epidural, como método alternativo, le ofrecimos el agua, la hidroterapia», señaló la matrona. Para Maite Rivas no fue difícil aplicar los conocimientos teóricos del curso que había realizado sobre partos en el agua a la práctica que le ofreció la decisión de Jennifer. «Fue más fácil de lo que pensábamos», destaca la matrona, quien aconseja el proceso porque «permite más cambios posturales que la cama y, además, la temperatura del agua ayuda a paliar el dolor de las contracciones».
Jennifer cuenta que, tras el primer reconocimiento, el personal la invitó a conocer la sala 3 de los paritorios, donde se encuentra la única bañera de la provincia que está adaptada para dar a luz. «Cuando vi la bañera, dije, yo tengo que criar ahí», afirma. Y ahí crió. Pero antes subió a hospitalización un tiempo, a caminar y a esperar a que el proceso siguiese su desarrollo habitual, en definitiva, a que José Luis se colocase, listo para ver el mundo que le esperaba. Horas después, Jennifer bajó de nuevo a la planta de paritorio del Hospital de Poniente y se sumergió en la bañera, ya con ocho centímetros de dilatación.
La madre de la parturienta, Mercedes, la acompañó durante todo el proceso y le dio ánimos aunque, por lo que cuenta, realmente no los necesitaba. «Tuve muchos menos dolores que en mi primer parto», señaló Jennifer que ya tiene un hijo con casi cinco años. «El agua caliente me aliviaba, sobre todo, el dolor de riñones. Yo sólo tenía ganas de empujar pero ni siquiera notaba las contracciones», asegura esta abderitana.
Cuando el pequeño José Luis asomaba la cabeza, por fin, los sanitarios le volvieron a dar la opción de subirse a la cama para parir allí pero Jennifer lo tenía claro. Bromeó y les dijo: «No. Yo me meto en el jacuzzi». A las doce menos diez de la noche comenzó a empujar y en apenas veinte minutos José Luis nació, con la salvedad de que antes de respirar tuvo la oportunidad de nadar. «Si tuviera que repetir, lo haría una, dos o tres veces». Es la frase con la que Jennifer Tapia define su parto y con la que anima a las embarazadas del Poniente a optar por la bañera.
Naturalidad
José Luis pesó 3'350 kilos y midió 50 centímetros. Llegó a los brazos de su madre después de probar el agua. Sintió el calor del abrazo materno después de convertirse en el primer niño almeriense en nacer en una bañera. Llegó al mundo de la forma más natural y, naturalmente, demandó de su madre el cariño del pecho. «El niño empezó a llorar y a llorar y enseguida me lo puse al pecho», dice orgullosa Jennifer que se aferró a su instinto materno y optó por dar a luz sin anestesia epidural y alimentar a su hijo con el proceso más antiguo y beneficioso: la lactancia materna.
Los propios profesionales del Hospital de Poniente llevan desde hace algo más de un mes presentando estas novedades a las muchas mujeres que a diario dan a luz en el centro ejidense. De momento, algunas han optado por realizar la dilatación en el agua pero hasta el momento de escribir estas líneas, sólo Jennifer se había atrevido también a dar a luz allí. Joaquín Jinés, técnico en Cuidados de Enfermería, que atendió a la abderitana, defiende a capa y espada esta opción de parto acuático porque «ayuda a la dilatación y el periné está más flexible por lo que evita muchas veces que tengamos que hacer episiotomías o que la mujer se desgarre».
Personalmente, Joaquín Jinés dice que vivió el nacimiento de José Luis como la experiencia excepcional que era. «Se hizo en un ambiente familiar, con su madre arropándola en todo momento. Todo el personal estuvimos con ella, arropándola. Yo la animaba y le recordé que era la primera en dar a luz en el agua. Algo totalmente novedoso y tiene que hacerla sentir muy orgullosa», señala.
Jennifer pasó poco menos de dos horas en el agua. Pasó el momento más duro del parto en agua templada con el apoyo de su madre y de un equipo de profesionales que, afirman, están deseando seguir animando a otras gestantes a vivir la experiencia única de traer a un hijo al mundo en las relajadas aguas de un «jaccuzzi» y con total garantía de seguridad.
Parto en el agua